Hay días en que el dolor se transforma, pasa por una espiral
de colores y ya no es negro, ya no es malo ni es bueno, ya no es monstruo ni es
santo. Hay días en que pasa a ser otra cosa y se desdibuja y se acomoda y me
llena lazos. Hay días en que saco a pasear todos mis rectángulos para perderlos
en la búsqueda desesperada de la curvatura, del círculo, del tiempo, del
origen, del viento. Y descubro, en esos días, que no reconozco mis manos y
quiero hablar del mar y del sol y de mí y de vosotros, pero no recuerdo los
fonemas. Hay días en que olvido la fantasía, en que pierdo la fe, en que vuelve
la música, en que vuelvo a la escuela, en que rompo los acuerdos. Y me desnudo
en todos los supermercados y me encuentras en todos los odios y despierto a los
leones. Hay detalles que me atrapan y cristales que se rompen con la llegada del
verano.
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